
[02/08/2021] Mucho se ha hablado de la firma digital y la firma electrónica como soluciones eficaces para evitar largos y tediosos trámites presenciales; pero ¿qué tan confiables son estos métodos de identificación, cuando las estafas digitales nos preocupan a todos hoy en día? ¿Qué requisitos debe cumplir una organización o persona jurídica para contar con este sistema? Y lo más importante, ¿qué diferencia una de la otra? ¿Acaso no son prácticamente lo mismo?
Para responder estas preguntas, tenemos que remontarnos al año 2000, cuando fue aprobada la Ley de Firmas y Certificados Digitales Nº 27269 del Código Civil, donde se reconoce la importancia de las firmas digitales en nuestro país y las firmas electrónicas, como mecanismos legales para reemplazar a la rúbrica convencional. Todo esto se fue dando de forma progresiva hasta el inicio de la cuarentena, cuando los colaboradores tuvieron que cumplir sus labores desde casa. Entonces, empresas y diversos sectores estatales se vieron en la necesidad de implementarlo para agilizar y optimizar sus procesos.
[La transformación digital de nuestra firma]
Tanto la firma digital como la electrónica son muy confiables, pues pasan por diversas capas de autenticación para corroborar que efectivamente pertenecen al emisor, y, efectivamente, pueden ser utilizadas tanto por una persona jurídica como una empresa tradicional sin gran trámite de por medio. Sin embargo, no son lo mismo y no se conoce mucho lo que las distingue. De hecho. Durante un estudio interno realizado por CANVIA en junio del 2021 a ejecutivos de muy alto nivel en el Perú, el 38% aceptó no conocer la diferencia entre ambas.
Entonces, hagamos la distinción. Podemos definir la firma electrónica como el sistema que reemplaza la rúbrica convencional, utilizando dispositivos electrónicos como celulares o identificadores de huellas digitales o retinas. Por otro lado, la firma digital es un tipo de firma electrónica que tiene como principal diferencial estar respaldada por un certificado digital; que, a diferencia de su firma electrónica, cuenta con información del firmante y puede llevar un sello de tiempo para garantizar la fecha y hora en que fue utilizada.
Es así que la firma electrónica, para sustentar su autentificación, necesitará un comprobante como un documento de identidad, de huella, o facial. Sin embargo, esta rúbrica cuenta con la facilidad de no requerir un certificado digital, haciendo más llevadero y fácil su uso. Ambas firmas son sumamente importantes y, sin la firma electrónica, no podríamos contar con la digital. Los beneficios más resaltantes de utilizarlas en las organizaciones privadas o públicas son:
- Eficiencia: Ahorro de tiempo en el desplazamiento y distribución de los documentos. También ahorro de dinero en impresión y disminución del impacto ambiental al utilizar menos papel.
- Cumplimiento: Las firmas procesadas cuentan con los requerimientos que la ley dispone.
- Seguridad: Son muy seguras y confiables, dependiendo de las soluciones digitales que procesan las firmas en la nube.
- Disponibilidad: Los documentos quedan almacenados en la nube y pueden ser utilizados en cualquier momento con solo tener red.
El diseñar y ejecutar una estrategia de negocios de manera digital, genera valor económico a la empresa, otro pilar fundamental para el crecimiento de las organizaciones en tiempos de pandemia. Es por ello que la firma digital y electrónica son dos herramientas indispensables para las organizaciones que buscan seguridad y rapidez con valor legal.
CIO, Perú